Gerardo Meneses, el escritor de historias del conflicto para niños



Se ha dedicado a escribir literatura infantil y se inspirado en historias reales para contarle la guerra a los más pequeños.

¿Por qué escribirles a los jóvenes sobre el conflicto armado?

El tema es muy nuestro, desafortunadamente; es una situación a la que no le podemos dar la espalda. Esta es la tercera de las novelas que les escribo a los niños sobre el tema y cada vez eran más duras las historias que conocía recorriendo el país. Hubo un momento en que me enfrenté a una realidad en Mocoa y eso me dolió mucho.

¿Cuál fue la experiencia en Mocoa que lo marcó?

Yo iba a una conferencia y cuando llegué allá vi una pareja muy joven, con un niño y un perro, que traían un costal donde tenían ropa y cosas de cocina. El niño jugaba con el perro, pero me impresionaba la cara de la pareja de no saber a dónde ir. Me contaron que la noche anterior habían tenido que salir de su finca, pero lo que más me dolió fue escuchar al niño que, con el peso de la guerra, se resignaba a lo que le pasaba. A mí eso me marcó y ya en Pitalito la historia de ese niño me dio vueltas todo el tiempo. Volví a los 15 días a buscarlos, no los encontré, pero sí conocí nuevas historias y decidí irme a Caquetá, a los Llanos y a Cauca, buscando las historias y a los niños en medio de ese conflicto.

¿Cómo cuenta estas historias a los niños?

Escuchar las historias era fácil. Yo me iba a las escuelitas más lejanas a contarles cuentos y a llevarles los libros y en medio de eso me contaban. Lo más curioso es que nosotros los adultos sentimos más el rigor de la situación, pero el niño acepta lo que le tocó afrontar. En medio del proceso de escritura le daba más importancia a la voz del joven y la maticé con su relato lleno de alegría, donde están el optimismo, los juegos y esas cosas que hacen parte de la vida normal de un niño en cualquier parte del mundo, pero de hecho es la visión de la guerra, que es como un monstruo que está encima de los niños. Siempre he tratado que las novelas no sean dramáticas, o sea, que el niño no sufra leyendo, pero sí que se conmueva y sea consciente de esa realidad.

¿Cómo incluir a los niños en el tema del posconflicto?

Creo que hablar de esos temas es necesario, sobre todo en sectores donde no crees que la guerra exista, es decir, en las grandes ciudades, donde los chicos desconocen esa Colombia. En los pueblos me ha pasado que los niños son más conscientes de eso, como que conocen más ese tipo de temas y saben más de ese tipo de cosas. En los estratos altos hablar de la guerra se convierte en un tema de análisis y de opinión que es interesante.

¿En qué momento de su vida decidió escribir literatura infantil?

Yo estudié literatura, pero curiosamente, dos años después de graduarme, me ofrecieron hacer un reemplazo en una escuelita como maestro. No tenía ni idea de cómo era y me di cuenta de que a los niños les faltaban libros, entonces empecé a escribirles una historia de un niño muy cansón, que les entregaba cada mañana, y cada día me decían: “¿qué sigue?”, porque hacía como Sherezade y los dejaba en suspenso. Al cabo de dos meses ya tenía una historia, con la que participé un par de años después en un concurso que gané y que me cambió muchísimo la vida.

Sus historias son ficción, pero ¿siempre se inspira en historias reales?

Sí, digamos que es una combinación. En los primeros libros me basaba mucho en las historias diarias de lo que pasaba en el salón de clases y en la escuela, y como escritor era muy observador. Entonces esos elementos me servían y los recogía como la parte anecdótica y los unía. Las primeras historias eran muy anecdóticas y del mundo afectivo. Luego empecé a manejar otro tipo de temáticas y llegué al conflicto, pero en este caso se trató más de un trabajo de investigación. Siempre en torno a temas de niños. El ser profesor me da la facilidad de entender su mundo, de entender su lenguaje y su forma de relacionarse.

¿Cómo ve la literatura infantil colombiana?

Creo que hay muy buenos escritores que me encanta leer. Hay una cosa muy bonita y es que en el exterior somos muy bien vistos. Escribir literatura infantil es un tema muy delicado. No es jugar o ver qué se me ocurre, sino tener un oficio, prepararse para eso y todos los días estar al día y pensando en qué cosas mejores hacer para ello.

¿Un escritor?

Juan Rulfo.

¿Un libro?

El nombre de la rosa.

¿Un libro para repetir?

En infantil, La Cuchilla, de Evelio Rosero Diago.

¿Qué tipo de niño es usted?

Un niño muy feliz, inquieto, pero feliz.

¿Cómo define su profesión?

El hecho de escribir es un regalo de la vida y en ese camino todos los días estoy aprendiendo y dando lo mejor.

Fuente: Elespectador.com


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