«Yo no soy profesora», mamá furiosa se rehúsa a que su hijo estudie en casa



Cuando las clases virtuales se convirtieron cotidianas, casos como el de esta mamá que se rehúsa a que su hijo estudie en casa se volvieron más comunes. 

Luego del inicio de la pandemia, muchos colegios y universidades cerraron y empezaron a usar diferentes herramientas tecnológicas para enseñar. Pero esto significó también un esfuerzo de parte de los padres para que sus hijos tuvieran una guía.

Ahora, cuando el mundo está ingresando a una nueva cuarentena estricta debido a los altos casos de rebrotes y la nueva cepa descubierta; muchos padres de familia deben continuar con el «homeschooling» o más conocido como la educación en casa.

Pero esto no es algo para lo que muchas familias estén preparados y, mucho menos, que tengan capacidad de afrontarlo de manera paciente.

«Esta decisión de cerrar las escuelas una vez más es absolutamente ridícula», señaló una madre en Inglaterra, donde expuso su inconformidad abiertamente al tener que acompañar a su hija de 5 años en un proceso de aprendizaje.

De acuerdo con Hull, la mujer que no quiso revelar su identidad se siente frustrada y cansada con la decisión tomada por el gobierno, alegando que el hogar es el sitio para jugar y divertirse, no para estudiar:

«Los niños necesitan una educación, necesitan interactuar con sus compañeros para su propio bienestar mental (…) Los profesores deben tomar todas las precauciones correctas, para garantizar su seguridad y la de los niños».

Cuando la educación en casa empezó, salieron a brote muchos sentimientos y emociones de padres de familia que empezaron a estar más involucrados en el proceso de enseñanza de sus hijos.

Aunque en Colombia no todos los estudiantes pudieron contar con la fortuna de seguir con sus estudios debido a la falta de conectividad o tecnología; pero quienes sí pudieron pensaron que se trataría simplemente de dejar al niño asegurando que estuviera en clase y ya.

Pero frases como «Es que no entiendo cómo se hace», «¿Así está bien?», «No sé qué dijo la profesora» se volvieron cada vez más populares y entonces estrés incrementó en los hogares.

Es por eso que muchos se vieron obligados a establecer nuevas rutinas en las que pudieran atender junto con sus hijos a las clases y poder hacer el acompañamiento que necesitaran.
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