Las cámaras del programa ‘Testigo directo’ fueron las encargadas de narrar el momento en que Julián Cortés, se cubrió por completo su rostro.
Julián es un joven que desde los 12 años comenzó a hacerse modificaciones en su rostro, según él por rebeldía.
“Llevándolo a otro punto es como llevarle la contraria a mis papás. Mis papás durante mucho tiempo me dijeron: no se tatúe la cara y fue lo que primero hice; pero también fue por satisfacción, a mí me gusta cómo se va a ver entonces lo voy a hacer así”, relató el joven.
Ahora Julián tiene 22 años. Es tatuador y perforador desde los 18. Le dicen “El escorpión” o también es conocido como “Bio Skull” por su decisión de tatuarse el rostro en forma de calavera con estilo biorgánica.
“Fue como una idea del tatuador porque yo inicialmente tenía en la mente hacerme cosas muy pequeñas, muy moderadas.”

Por su parte, el tatuador conocido como ‘Tinta calavera’ comentó:
“Me dijo que se quería hacer unas letras en toda la cara y le dije que en vez de las letras, hiciéramos algo más bacano, más llamativo, con más arte y le dí la idea de la calavera con color.”
El joven pensó que calaveras ya habrían muchas y decidió irse por una calavera orgánica. Le hicieron el diseño en el rostro y de esa manera terminó cubriéndolo con más de 12 tatuajes.
A lo largo de su vida se ha hecho alrededor de 20 perforaciones, una bifurcación de lengua, mordedura de zombi en las orejas, expansiones y tatuajes en todo su cuerpo.
“La pierna y el brazo son muy diferentes al rostro. La nariz es muy dolorosa y al paciente le incomoda mucho pero no hay comparación con los párpados”, aseguró el tatuador.
Aproximadamente se necesitaron dos sesiones de doce horas para terminar el tatuaje de rostro de Bio Skull.
Pese a lo joven que está, Julián asegura sentirse pleno y dice que no se arrepiente de ninguna de las modificaciones que ha realizado en su cuerpo.
“A mí no me gustaba como yo era antes, no me sentía yo. Ahora que estoy modificado y toda la vaina me siento completo. Me veo al espejo y digo: ¡Oh my god! soy quien quiero ser”.
Lo que muchos no saben es que el joven solo se arrepiente de uno de sus tatuajes: las huellas de un bebé en su cuello.
“Me hice unas huellitas de un niño que no era mío y por el que respondí un año”.
Lo único cierto es que mientras está acostado en la camilla, el dolor no existe. Solo existe el sonido de una aguja penetrando en su cara, su mayor anhelo es ver su cuerpo cubierto de tinta “desde la coronilla hasta la punta del dedo gordo del pie”.
“Voy a disfrutar toda mi vida tatuado y toda mi vida así como soy”.
Más allá de los comentarios de la gente, para él lo importante es tener su cuerpo tatuado y nada ni nadie lo detendrá en su propósito.
Otros casos de modificaciones corporales
Damián Carnicero, es un joven de 32 años de edad, que desde hace nueve años se dedica a las modificaciones corporales.
Es conocido por muchos como “el carnicero humano” por realizar constantes amputaciones a varios órganos del cuerpo humano, heridas y laceraciones a los pacientes que lo visitan.
Vive en Ecuador donde trabaja y tiene a su familia.
Según él, las modificaciones implican exponer al dolor extremo nuestro cuerpo y disfrutar de ese dolor.
Uno de sus procedimientos más solicitados es la pigmentación de ojos, método que ha realizado más de 200 veces.
Actualmente Damián es conocido por las modificaciones realizadas a Kalaka Skull, hombre al que le amputó su nariz en busca de hacerlo lucir como una calavera humana.
Pese a las críticas que recibe a diario por el oficio que practica, se define como un hombre que no le teme a nada y que está dispuesto a hacer y experimentar de todo.
Espera además poder transmitirle a su hijo el amor y la pasión por este “arte”