La Jagua, un caserío del Huila donde abundan las historias de brujas

La Jagua es un corregimiento de aproximadamente 1.400 habitantes, su caserío lo integran unas 308 casas, mayoría de arquitectura tradicional con paredes de bahareque y una que otra de ladrillo y cemento, fachadas no tan atractivas, pero de excelentes, amplios y muy cómodos espacios interiores, de calles empedradas un parque modesto, un vecindario no acostumbrado a las visitas, lugar tranquilo y apacible asentado cerca a la desembocadura del río Suaza sobre el rio Magdalena, según la historia La Jagua fue Municipio hasta el año 1936, hay quienes afirman que esta tierra, es la cuna del Sabio Francisco José de Caldas.

El Corregimiento de La Jagua, según división territorial pertenece al Municipio de Altamira, pero en lo Administrativo son parte del Municipio de Garzón, están ubicados al otro lado del rio Suaza, que se supone es referente limítrofe, pero sus habitantes se definen como parte de Garzón, por la corta distancia de ubicación, mientras que Altamira está a por lo menos 3 veces esa distancia.
Algunos de sus habitantes afirman estar acostumbrados a las historias fantásticas de brujas, son tantas y tan diversas que hay quienes ya las dividen en dos grupos,las hechiceras y las voladoras. Y para poder dormir, acostumbran llenar sus cuartos con platos de mostaza y botellas de agua bendita que ubican en rincones. También ponen libros con imágenes, oraciones a santos y hasta cabezas de ajo debajo de la cama. No son para invocar espíritus ni curar enfermedades, sino para ahuyentar o espantar ‘seres extraños’.
La iglesia La Inmaculada Concepción de La Jagua, tiene como párroco al Sacerdote Rufino Bermeo, el padre afirma que sale en horas de la noche a caminar por las calles, por ver si le sale una bruja, pero nunca las ha visto, aunque le gustaría conocerlas y saludarlas. En este centro poblado, se dice, abundan las brujas.
Tanto así que se ha vuelto famoso por las supuestas apariciones de esos ‘seres extraños’ de nariz afilada, que nunca apagan el tabaco, ríen a carcajadas y siempre usan el color negro para confundirse con la noche. “El olor del ajo y la mostaza ahuyenta las brujas voladoras, mientras que el agua bendita las mantiene a raya”, dicen los pobladores, que más saben de brujas. Se cuenta la historia de Raquel, una experta en maleficios que por su maldad fue “agarrada por la gente” y llevada a una hoguera, pero cuando estaba a punto de arder, su grito de perdón le salvó la vida.
“El alcalde no la dejó quemar, luego voló y nadie volvió a saber de ella”. Dicen que las brujas de La Jagua no son más que “espíritus inofensivos” procedentes de Europa, de donde huyeron para evitar la muerte en hogueras. “En Europa eran muy atacadas y al Huila llegaron por la ruta del río Magdalena, en La Jagua, decidieron quedarse para siempre”. Residentes y hasta un alcalde de Garzón afirman sentir a menuda a las brujas, las escuchan por los techos, amanecen con moretones en diferentes partes del cuerpo, pero al parecer pocos las han visto realmente, lo cual hace que estas historias tengan mucho de tradición mítica que sobrepasa en cada generación.
En La Jagua, viven de la agricultura, pesca, artesanías (excelentes muestras en fibra de fique) y turismo, afirman que provienen de una comunidad indígena. Restos arqueológicos hallados permiten concluir que este fue un lugar ceremonial de antepasados. “Somos una región rica en cultura tradicional, provenimos de pueblos ancestrales cargados de historia y tradición”, dice un joven estudiante. En septiembre, la comunidad de La Jagua celebra un día de festividades con disfraces alusivos y mucha alegría, por ser un pueblo de brujas.

FUENTE: http://www.turisticoehistorico.com
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