Fracking una amenaza para el territorio Huilense

La fracturación hidráulica a través de la inyección de agua, arena y productos químicos al subsuelo, por medio de alta presión, es una práctica lesiva y prohibida en varios países del mundo.

Según La Unión Sindical Obrera, municipios como Colombia, y otros del sur departamento estarían en estudio para hacer estas excavaciones. La preocupación es porque las explotaciones se realizarían en la parte de los páramos, donde nacen los ríos, “nuestros hijos toman agua, no van a tomar petróleo en un futuro” afirmó un líder sidicalista.

En el Huila desde el 2014 se viene hablando de fracking, pues habrían zonas para áreas de exploración no convencional con un bloque de por lo menos 13 municipios del departamento. La USO del Huila, ya elevó la alerta, pues se viene una ola perforación masiva bajo fracking de la que no es ajena el Huila.

Frente a estas intenciones, las comunidades se vienen movilizando y exigiendo el respeto por el agua y la naturaleza. “No al fracking” o “SOS por el agua” ha sido el llamado de la comunidad que rechaza estos proyectos petroleros.

El fracking

Pese a que para muchos puede sonar nueva, el fracking es una técnica utilizada en todo el mundo desde hace varias décadas, fundamentalmente en pozos para exploración y producción de hidrocarburos. La primera referencia histórica al empleo de la fracturación hidráulica para mejorar la producción de hidrocarburos en un pozo que data de 1946 y tuvo lugar en el campo Hugoton, Kansas, en Estados Unidos.

Hay que decir que el proceso se ha desarrollado de manera espectacular desde principios de los años ochenta del pasado siglo, a partir de su empleo específico y masivo en la producción de hidrocarburos no convencionales en ese mismo país. A hoy, se estima que la técnica ha sido empleada ya en más de un millón de pozos para producción de hidrocarburos, y más de cien en Europa en los últimos diez años. Cada año, se realizan unas 35.000 operaciones de fracking en todo el mundo; de momento, la mayor parte de ellas en Estados Unidos y Canadá.

Para resumirla en palabras sencillas, la fracturación hidráulica, más conocida por su término en inglés fracking, es una técnica de extracción de gas y petróleo. Se habla de yacimientos no convencionales, porque los hidrocarburos están a mucha mayor profundidad que los pozos “corrientes”, y porque las formaciones geológicas donde están los recursos están muy dispersas.

Para llegar hasta el sitio donde se localizan el petróleo o el gas, se debe perforar hasta la formación donde se encuentran los hidrocarburos, empleando una técnica de perforación mixta. En primer lugar, se perfora verticalmente y posteriormente se continúa de forma horizontal, a lo largo de varios centenares de metros y aún de varios kilómetros.

El procedimiento de “liberación” (la salida del crudo o el gas) se logra a través de la inyección de millones de litros de agua a alta presión, a la que se mezclan arena y aditivos químicos. Esa inyección causa fracturas en la tierra, que facilitan, en resumidas cuentas, la salida del petróleo y el gas. Por eso se llama fractura hidráulica: la creación de nuevas fracturas a través del uso de agua a presión. Se considera que el fracking requiere casi el doble de la cantidad de agua que necesita un pozo petrolero convencional.
Los aditivos que se aplican al agua son, usualmente, ácido clorhídrico, empleado como agente limpiador; un bactericida, para evitar la formación de colonias de bacterias que taponen los conductos bajo tierra, y sulfato amónico, que se destina a reducir la fricción del agua con tuberías y otros elementos del pozo. No son sustancias nuevas; de hecho, los expertos coinciden en que son empleadas también en la agricultura, en cosméticos y en la industria de los alimentos, entre otros.

Polémica por efectos

Existe una controversia mundial sobre las consecuencias del fracking. Aunque los expertos no se ponen de acuerdo, la técnica está en los primeros lugares de inquietudes sociales, geológicas y ambientales. Sus contradictores señalan que el fracking conlleva una serie de impactos socio ambientales a corto y largo plazo: el agua inyectada para realizar la fractura puede alojarse en fallas geológicas, produciendo la lubricación de las placas e incrementando la actividad sísmica.

Especialistas como el geólogo Julio Fierro Morales confirman que la actividad petrolera en general puede afectar, desde los procesos de sísmica, la disponibilidad de agua superficial y los niveles de aguas subterráneas. Una inclinación de hasta un metro es suficiente para generar consecuencias como la desaparición de manantiales, el secamiento de aljibes y, en situaciones críticas, el colapso de ecosistemas.
Fierro advierte que, en Estados Unidos, las nuevas tecnologías de explotación de hidrocarburos en yacimientos no convencionales “han reconfigurado la geopolítica energética. Las investigaciones científicas, que incluyen reportes desde el propio sector, demuestran que existen miles de pozos petroleros con fugas (…) Esta situación advierte sobre la contaminación de acuíferos (reservas de agua subterráneas) que pone en riesgo el suministro de aguas para las generaciones futuras”.

Las críticas no solo hablan de contaminación de agua sino del riesgo de sismos, algunas de las cuales aparecen documentadas, mientras que otras se relacionan con técnicas como “Star”, que utilizó en el Meta la compañía Pacific Rubiales. Otro geólogo, Édgar Roa, “ha detectado una correlación entre la implementación de la tecnología de extracción petrolera denominada Star, y la ocurrencia de sismos someros (superficiales)”, según precisa Fierro.

Temas

#buttons=(Accept !) #days=(20)

Nuestro sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Aprende más
Aceptar!