Icetex embargó a un campesino discapacitado que no puede pagar su deuda


Como muchos de los colombianos, Julio César Guerrero es uno más de los que sufre por su compromiso que tiene para terminar de pagar su deuda educativa con Icetex.

Muchos le llaman “venderle el alma al diablo”, pues las tazas de interés son enormes y además, como recién graduados a veces se trata de deudas enormes que no logran terminarse de pagar en años.

Es especialmente triste el caso de Guerrero, quien en mitad de su carrera tuvo que abandonarla porque su padre tuvo un accidente cerebrovascular en el que perdió la movilidad y debía estar con él en esos momentos.

El joven se acercó a Icetex para manifestar su caso y saber qué podía hacer al respecto por la pausa que debía realizar con su carrera, pero en la compañía le respondieron “No podemos hacer nada, ese no es asunto nuestro”.

El padre de Guerrero, que es un campesino boyacense, no podía sufrir emociones fuertes, por lo que, cuando llamaron a su hijo a embargarlo tuvo que esconderle lo que pasaba, y luego, cuando fueron a retirar dinero, se enteraron de que efectivamente estaban líquidos.
El hombre se siente totalmente arrepentido de alguna vez haber pedido un auxilio con la empresa, pues hoy, aparte de que difícilmente está saliendo adelante con la enfermedad de su padre, los quieren dejar sin nada.

Para Julio y su padre fue increible que Icetex luchara, incluso, contra la discapacidad, y por la necesidad tan grande de los dos hombres, el hijo tuvo que volver a firmar un contrato en el que asegura quizá nunca poder pagar.





Con sus propias palabras, en esta desgarradora carta el joven Julio César Guerrero nos cuenta el drama que vive con su padre, campesino y discapacitado, al que le quitaron absolutamente todo por ser su fiador de un crédito con el Icetex, por un estudio que nunca terminó y que nunca podrá llegar a pagar:

Bogotá, septiembre 25 de 2018

“Hace prácticamente cinco años mi padre sufrió un accidente cerebro vascular. Sin darme cuenta, en ese mismo instante la vida misma tomo otro rumbo. Debí suspender mis estudios universitarios y recuerdo haberme acercado a Icetex para informarles mi situación, a lo que una asesora me respondió : “No podemos hacer nada. Ese no es asunto nuestro.”

Mi padre, orgullosamente un campesino de Tibaná, Boyacá, quedó postrado en una cama perdiendo incluso parte de su visión. Durante varios años y gracias a constantes tratamientos y cirugías ha recuperado un poco su movilidad.

Pero hace alrededor de un mes nos llegó un comunicado donde nos informaban que estábamos embargados. Y, efectivamente, cuando nos dirigíamos para sus habituales terapias, tratamos de retirar en el cajero pero fue imposible. Ese día se nos desgranaron las lágrimas. Realmente no sabía qué hacer ya que mi padre por su condición no puede sufrir ninguna clase de enojos.

Entonces regresamos a casa. Mi padre lloró amargamente los siguientes días y me decía: Julio no logramos hacer nada, ni usted terminó su Universidad ni yo en esta situación puedo hacer nada. Pero no podemos permitir que nos quiten lo que me ha costado una vida entera de sacrificios. Desde lo profundo de mi ser, con el corazón en la mano, con el rostro de mi padre en mi mente, con las lágrimas en su mirada solo podía arrepentirme de haber pisado en alguna ocasión esa Institución que otorga créditos educativos llamada Icetex.

Iniciaron días interminables de tristeza en los cuales nos presentamos al juzgado y en su condición de discapacidad mi papá decidió ir a Icetex , donde les suplique que por favor no lo atormentaran más. Que si tenían un buen empleo para pagarles su deuda lo asumía ya que la situación estaba muy difícil y me encuentro desempleado o que si sabían de un buen trabajo? Que la pelea de ellos no podía ser contra una persona en cuestión de discapacidad. Que el problema era con Julio Guerrero, pero me respondieron nuevamente que no podían hacer nada, que esa obligación había sido vendida a CISA.

En nuestro viaje a CISA no podré olvidar jamás a mi padre llorando como un niño indefenso porque nada podíamos hacer nosotros contra un gigante como es Icetex, el cual en una emisión reciente les decía a sus usuarios que cumplieran. Yo observaba en la televisión a esta elegante señora encargada de los créditos y pensaba que falta de sensibilidad, no posee alma, por fortuna la discapacidad no ha tocado a su puerta ya en sus palabras solo hacía referencia a las cuentas, no a los seres humanos.

Ya es hora que busquen realmente sensibilizarse en ayudar a sus compatriotas colombianos que sueñan con salir a delante, se necesita una mano amiga, no un juez que nos condene.

Cuando creía que todo me lo habían dicho en CISA, me sentenciaron con ir hasta las últimas consecuencias Acaso podía esperar algo más? Jamás me había sentido tan vulnerable porque a mi lado estaba mi luz, mi vida, mi alegría, mi corazón… mi padre.

¿Es acaso esta la forma correcta de cobrar y tratar a seres humanos? Sinceramente lloré. Lo daría todo por no ver sufrir a mi padre y por parar este atropello. Por eso me vi forzado a firmar un nuevo acuerdo que quizás nunca podré pagar.”

Julio César Guerrero.

Tomado de http://blogs.portafolio.co
Temas

#buttons=(Accept !) #days=(20)

Nuestro sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Aprende más
Aceptar!