Tiene 49 años y un carácter fuerte con el que ha logrado conseguir los recursos necesarios para dar de comer a familias expulsadas.
González atiende a los deportados en el sector de La Playa, (Villa del Rosario, Norte de Santander), cerca del río Táchira, la frontera natural divide a Colombia y Venezuela.
Al ver la crítica situación de los cientos de connacionales que empezaron a llegar, esta mujer decidió actuar.
Saqué un olla de mi casa, empecé a llamar aquí al comercio de La Parada y ninguno me falló: arroz, aceite, panela, azúcar, atún”, relató González en entrevista con Blu Radio, emisora en la que ella contó toda la historia de cómo ha ayudado a los afectados.
Para darles de comer, esta mujer incluso se vale de los mismos deportados: a los hombres los pone a conseguir leña, y a las mujeres les pide que le ayuden a pelar y cocinar.
Después, añade Blu Radio, hace que todos se organicen para recibir los alimentos.
Además, González, con su ‘berraquera’, consiguió que varios ciudadanos del área metropolitana de Cúcuta le donen productos. Unos paisas que viven cerca son sus principales aliados en esta tarea.
Ellos le prestaron a González su casa para que ella la usara como depósito para guardar las ollas, las verduras, el arroz, los plátanos y otras provisiones de alimentos. Además, compraron un “perol grandísimo” para cocinar y cada mañana salen a conseguir los víveres necesarios, que son provistos por la ciudadanía solidaria, añadió la mujer en la entrevista.
A propósito de las ayudas, un periodista de esa emisora le preguntó que si ella recibía dinero: “¡Jamás!”, respondió.
Lo que no quiero es que la demás gente de aquí de Cúcuta se aproveche de lo que les están mandando a los que vienen necesitados”, sentenció.
Su labor empieza desde las 5:00 a.m. A esa hora, prepara aguapanela, arepas y café con leche. Luego, cocina sopa, arroz con atún, plátanos y hace ensalada para tener que ofrecer.
La importancia de esa tarea ha sido total que la misma canciller María Ángela Holguín quiso conocerla: “Ella me mandó a llamar. Yo estaba con lo de los almuerzos y me le acerqué”, dijo González.
Después, esta mujer le dijo a la funcionaria:
¿Sabe qué le digo? Siento mucha envidia por usted… Porque como quisiera haber sido usted para haberle metido un puño a la canciller venezolana”.
Pero no fue lo único que le expresó a Holguín: "Le dije que esos gran hijueputas cómo podía hacer eso que si era que no tenían corazón”.
Yo le dije a ella: ‘Doctora, usted me va a perdonar, pero yo hablo así. Yo no voy a ponerme a hablar estrato 20, estrato 40, porque yo soy así, toda ordinaria’. Hasta se echó a reír”.
Ella también ha tenido que afrontar otro problema: los falsos deportados. “Así como hay deportados, también existen aprovechados que quieren hacerse su agosto ubicándose en este sector”, .
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